martes, 28 de febrero de 2017

Conflicto entre Cuba y Estados Unidos

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El Conflicto Estados Unidos-Cuba (también llamado Diferendo Estados Unidos-Cuba) se remonta a 1777, una década antes de que las Trece Colonias inglesas declararan su independencia, Benjamín Franklin, uno de sus padres fundadores, escribió acerca de la necesidad de colonizar el valle del Mississippi ... "para ser usado contra Cuba o México mismo. El conflicto es uno aunque para su estudio en las carreras universitarias cubanas se dividan en varias etapas:

1767 - 1898. Colonia: Primeras pretensiones
1898 - 1958. Neocolonia
1959 - actualidad. Revolución en el poder.



Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos datan de casi dos siglos. En términos de las aspiraciones y objetivos fundamentales, tanto de las diferentes clases y grupos que han integrado la realidad política interna de Cuba, como de los objetivos esenciales que han precedido el comportamiento de Estados Unidos hacia la Isla, las esencias políticas de la confrontación entre ambos países parecen haber resistido la prueba del tiempo.

Cuba no pone condiciones para un diálogo con Estados Unidos ni exige a los norteamericanos que cambien su sistema de gobierno o que abandonen el capitalismo y mucho menos exigen la renuncia de su actual presidente.

El 17 de diciembre de 2014 en una locución simultánea los presidentes de Cuba, Raúl Castro Ruz y Barack Obama, de Estados Unidos anunciaron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países. En la suya el presidente norteamericano reconoció el fracaso de la política de bloqueo económico contra Cuba y la necesidad de realizar un cambio en este sentido. En esa línea anunció un grupo de acciones a tomar por parte de su administración para aliviar el bloqueo contra la Isla

El 1 de julio de 2015, el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama intercambiaron cartas mediante las cuales confirmaron la decisión de restablecer relaciones diplomáticas entre los dos países y abrir misiones diplomáticas permanentes en las respectivas capitales, a partir del 20 de julio de 2015

Orígenes
Estados Unidos de América surgió como consecuencia de la guerra de independencia de las Trece Colonias: guerra justa, revolucionaria y de liberación nacional, como está recogido en su Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776. ¿Ha sido fiel la actuación del Estado norteamericano, en la esfera internacional a los principios proclamados para su pueblo? Un examen de su historia evidencia el contenido ilegal y la falta de ética que ha caracterizado su política y accionar para con otros estados, en franca contradicción con la letra y el espíritu de su Declaración de independencia, tanto en lo relativo a las relaciones interestatales como a la esencia misma de la democracia dentro de cada país.

Otro asomo de la pretensión anexionista sobre Cuba se encuentra en la carta enviada por John Adams, importante figura de la guerra de independencia y segundo presidente de ese país, a Robert R. Livingston**, fechada el 23 de junio de 1773, donde se refería a las islas del Caribe como: ".... apéndices naturales del continente americano (...} es casi imposible resistir la convicción de que la anexión de Cuba a. nuestra República Federal será indispensable para la continuación de la Unión.

Recién constituido el Estado, se puso de manifiesto su vocación creciente por la expansión hasta el punto de que John Adams, en 1778, exigió la conquista de Canadá, Nueva Escocia y Florida y manifestó: "Nuestra posición no será nunca sólida hasta que Gran Bretañaa no nos ceda lo que la naturaleza nos destinó a nosotros o hasta que nosotros mismos no le arranquemos esas posiciones...

Así quedó expresada la doctrina del ’’derecho natural’’ que, presente, en los derechos contenidos en la Declaración de Independencia, sirvió para justificar el expansionismo dictado por el Destino Manifiesto. Su política de expansión se inicio en septiembre de 1783, cuando en las conversaciones de paz con Inglaterra. Insistía en negociar los territorios de Canadá y los comprendidos entre los Montes Apalaches y el río Mississippi concedidos por el tratado de paz de 1783 con excepción de la península de Florida, posesión de España.

Las ideas hegemónicas se manifestaron en el ambicioso nombre dado a esa nación: Estados Unidos de América. Ningún otro país del hemisferio ha intentado monopolizar el nombre del continente. Sí recordamos la frase empleada por los pueblos para expresar la esencia de la Doctrina Monroe: "América para los americanos", entenderemos mejor la lógica imperialista.

Cuando la nación norteamericana surgió no había nacido aun la cubana. Por esos años la población en Cuba evolucionaba hacia el criollismo’, centrado, fundamentalmente, en la transformación de los descendientes de españoles y africanos naturales de la Isla en criollos. Su existencia se hizo patente a inicios del siglo XVII (1603 -1608), cuando se consolidó la evolución en desarrollo desde mediados del siglo XVI, que prevaleció hasta finales del siglo XVIII y en algunos aspectos, hasta el siglo XIX.

El apetito norteamericano por esta región caribeña precede la constitución de su propia república. Benjamín Franklin, uno de los padres de la independencia estadounidense, ya recomendaba a Inglaterra en la época de las Trece colonias la toma de la Isla de Cuba.[4] Thomas Jefferson expresó oficialmente el interés de los EE.UU por Cuba al notificar al Ministro de Gran Bretaña en Washington, que en caso de guerra con España, los EE.UU se apoderara de Cuba.[5]

Los círculos de poder de los Estados Unidos siempre han considerado que Cuba debe estar bajo su influencia, concepción manifestada prácticamente por todos sus gobernantes a lo largo de la historia esgrimiendo los siguientes argumentos:

En el plano político militar plantean que por su posición geográfica la Isla desempeña un papel estratégico para la seguridad y defensa de su territorio norteamericano y sus vías de comunicación marítimas.
En el plano económico la han codiciado por su clima, fertilidad del suelo y la existencia de importantes recursos naturales, así como los puertos y vías de comunicación por mar.
Agente en La Habana

La Guerra de las Trece Colonias estimuló la economía criolla al florecer con rapidez el comercio de los rebeldes norteamericanos con Cuba. En 1779 se estableció en La Habana el primer agente especial de Estados Unidos en América Latina, Robert Smith, con la misión de cooperar con los corsarios norteamericanos e interceder por ellos ante las autoridades españolas en caso necesario.

Políticas de los Presidentes de los Estados Unidos
Alexander Hamilton. En 1787 Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro estadounidense, exhorté a que su país creara un gran sistema americano, superior al dominio de toda fuerza e influencia trasatlántica. Para lograrlo recomendaba: "La creación de un imperio continental americano que incorpore a la unión los demás territorios de América, aún bajo el dominio colonial de potencias europeas, o las coloque, al menos bajo su hegemonía..."
El criterio general de los principales representantes del gobierno y de los intereses económicos de Estados Unidos era que Cuba debía formar parte de sus planes estratégicos expansionistas. Durante esa centuria, su línea política fluctuaba entre dos soluciones para España.
Thomas Jefferson. 

Thomas Jefferson. 3er Presidente de los Estados Unidos
. En 1805, en una nota al ministro de Inglaterra en Washington, el presidente Thomas Jefferson emitió las primeras declaraciones con carácter oficial, expresivas de su interés de apoderarse de Cuba: "En caso de guerra entre Inglaterra y España, Estados Unidos se apoderaría de Cuba por necesidades estratégicas para la defensa de Louisiana y de la Florida".
James Madison. En 1810, con James Madison como presidente, llegó a Cuba un agente especial comisionado para establecer contacto con elementos anexionistas y realizar actividades conspirativas. En ese propio año, el mandatario estadounidense orientó a su ministro en Londres, William Picknay, poner en conocimiento de la administración de ese país que:
"La posición de Cuba da a Estados Unidos un interés tan profundo en el destino de esa isla, que aunque pudieran permanecer inactivos, no podrían ser espectadores satisfechos de su caída en poder de cualquier gobierno europeo que pudiera hacer de esa posición un punto de apoyo contra el comercio y la seguridad de Estados Unidos". Madison fue más cauteloso que Jefferson; pero no cejó en el empeño anexionista.
Corrientes políticas ideológicas en la época

En ese período prevalecieron entre ellos, de forma alterna, dos corrientes: el reformismo, que perseguía el logro de ciertas concesiones políticas y económicas de la metrópoli; y el anexionismo, propenso a anexar la Isla a Estados Unidos. No obstante, de 1820 a 1830 sobresalió el sentimiento independentista con el sacerdote Félix Varela y él poeta revolucionario José María Heredia como figuras más representativas. En los primeros años de la década del 20, los anexionistas gestionaron el respaldo norteamericano a sus intereses esclavistas. En febrero de 1822, el agente comercial de Washington en La Habana alentaba la idea de la anexión de Cuba en carta dirigida al senador C. A. Rodney.

Temeroso de una acción que pudiera conducir a la guerra con Inglaterra, el secretario de Estado, John Quincy Adams, se opuso a toda acción que pudiera desencadenarla. Las discrepancias sobre la decisión a adoptar se dilataron hasta abril de 1823, cuando un enviado especial llegó a Cuba con la misión de conocer la situación política y, sin identificarse con ninguna corriente, informar a Adams cualquier propuesta que pudiera originarse.

John Quincy Adams formuló la tesis conocida como "La fruta madura".
Fruta Madura

En 1823 John Quincy Adams, posteriormente presidente, formuló la tésis conocida en la historia cubana como la política de "La fruta madura", según la cual Cuba por su cercanía geográfica, debía caer en manos de los EE.UU.

En las instrucciones enviadas al ministro de Estados Unidos en España, con fecha 28 de abril de 1823, Quincy Adams especificaba:

"El traspaso de Cuba a Gran Bretaña sería un acontecimiento muy desfavorable a los intereses de esta Unión (...) La cuestión, tanto de nuestro derecho y de nuestro poder para evitarlo, si es necesario por la fuerza, ya se plantea insistentemente en nuestros consejos y el gobierno se ve obligado en el cumplimiento de sus deberes hacia la Nación, por lo menos a empicar todos los medios a su alcance para estar en guardia contra él e impedirlo".

Agregaba que:
...hay leyes de gravitación política, como leyes de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión, y la Unión, en virtud de la propia ley, no iba a dejar de admitirla en su propio seno. No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos como la Isla de Cuba. Esas islas de Cuba y Puerto Rico, por su posición local, son apéndices del continente Americano, y una de ellas, Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión".[6]
El Presidente James Monroe,para referirse a la isla, afirmaba que:

Agregar Cuba era lo que necesitaban los Estados Unidos, para que la nación americana alcanzara el mayor grado de interés... Siempre la miré como la adquisición más interesante para nuestro sistema de estado.[7]
Con posterioridad, hasta hoy, prácticamente ninguna administración norteamericana ha logrado desembarazarse de ello, que no es de ningún modo una simple imagen, sino una concepción política. Uno de los ejes de la proyección externa de Estados Unidos en este hemisferio. De modo que, hacia el final del primera cuarto del Siglo XIX, ya el destino de Cuba estaba diseñado, ser de España mientras no pudiese pasar a manos de Estados Unidos.

Otras doctrinas

La estrategia formulada por él originó la tesis del Fatalismo geográfico y representó la esencia de lo que ocho meses después de la Nota de Adams, el 2 de diciembre de 1823, el presidente James Monroe dio a conocer en su séptimo mensaje anual al Congreso, conocido en la historia con el nombre de Doctrina Monroe. Fue el futuro de Cuba la causa directa del surgimiento de ese instrumento geopolítico que advertía a las potencias europeas no intentar "meter sus manos" en América.

Realmente, el mensaje estaba dedicado en su mayor parle a problemas internos de Estados Unidos y se recurría al término de Doctrina Monroe para designar sólo dos fragmentos referidos a los problemas internacionales: "Los continentes americanos, por la libre e independiente condición que han asumido y que mantienen, no deberán ser considerados ya como susceptibles de futura colonización por cualquiera de las potencias europeas". "La sinceridad y relaciones amistosas que existen entre los Estados Unidos y aquellas potencias, nos obliga a declarar que consideraríamos peligroso para nuestra paz y seguridad cualquier tentativa de parte de ellas que tenga por objeto extender su sistema a una porción de este hemisferio, sea cual fuere. No hemos intervenido ni intervendremos en las colonias o dependencias de cualquier potencia europea; pero cuando se trate de gobiernos que hayan declarado y mantenido su independencia, y que después de madura consideración, y de acuerdo con justos principios, hayan sido reconocidos como independientes por el gobierno de los Estados Unidos, cualquier intervención de una potencia europea, con el objeto de oprimirlos o de dirigir de alguna manera sus destinos, no podrá ser vista por nosotros sino como la manifestación de una disposición hostil hacia los Estados Unidos".

Para entender cabalmente la esencia de la referida doctrina debe tenerse en cuenta que Estados Unidos anunció esos principios eludiendo la propuesta del premier Inglés, Canning, de hacer una declaración conjunta al respecto. El gobierno norteamericano actuó con rapidez y decisión para dejar a Inglaterra al margen, teniendo en cuenta las perspectivas de ampliar los vínculos comerciales con América Latina y eliminar las ventajas comerciales inglesas en el continente.

Intentos de EE.UU. para apoderarse de Cuba
Estados Unidos recorrió un largo camino en sus aspiraciones por apoderarse de Cuba: formular su destino, mantenerla en manos del original dueño hasta que pudieran quitársela, reclamar para ella la autonomía, tratar de comprarla, reclamar su independencia a partir de una denominada Resolución Conjunta del Congreso Norteamericano que resultó ser un engaño comprado, intervenirla y finalmente aplicar en ella un modelo neocolonial (según algunos con etapa de protectorado), que no sobrevivió mucho tiempo a los embates de la dialéctica entre la larga lucha que Cuba ya había librado por lograr su independencia y el impulso revolucionario que vino después.

La historiografía nacional atesora valiosos documentos que revelan las apetencias yanquis sobre el archipielago, y que van desde las maniobras políticas hasta el respaldo al desembarco del anexionista Narciso López, en 1850.[8]

En 1848, el presidente Polk trata de comprar Cuba a España por 100 millones de dólares de la época.[9] Intentos similares harían en 1853 y 1861 los presidentes Pierce y Buchanan.[9] En 1869, terminada la Guerra de Secesión y cuando ya ha comenzado en Cuba la primera Guerra de Independencia ("Guerra de los Diez Años"), el presidente Ulysses Grant hace un nuevo intento de adquirir la Isla mediante compra y en fecha tan cercana a la intervención estadounidense como 1897, cuando los cubanos se enfrentaban victoriosamente a los españoles, el presidente William McKinley hizo un nuevo intento de comprar a Cuba.[9]

El desarrollo de la insurrección en Cuba, visto con creciente simpatía por el pueblo norteamericano, hacen que el 19 de abril ambas Cámaras del Congreso estadounidense aprueben la Resolución Conjunta mediante la cual el gobierno de Washington intervenía en el conflicto.[4] Según el documento Cuba debia ser libre e independiente y Estados Unidos se retiraría de la isla cuando existieran las garantias de un gobierno estable.

Explosión del Maine

Artículo principal: USS Maine.

La explosión del USS Maine fue utilizada utilizado por Estados Unidos para justificar el inicio de la guerra contra España
Mientras los mambises luchaban victoriosamente en la manigua por la independencia de Cuba, el acorazado norteamericano Maine explotaba misteriosamente en la bahía de La Habana a las 9:40 de la noche del 15 de febrero de 1898. La explosión fue en la proa donde la marinería tenía su dormitorio y seguidamente el fuego alumbraba un trágico espectáculo de muerte y horror. De inmediato hubo una respuesta solidaria de marineros españoles y habaneros que acudieron rápidamente a auxiliar a los sobrevivientes y trataron de dominar las llamas. El USS Maine estaba fondeado desde el 25 de enero en la bahía de La Habana.

El hecho ha sido objeto de reiteradas investigaciones a lo largo de más de un siglo, dirigidas primero a determinar las causas de la explosión y más tarde a establecer su relación con el proceso que condujo a la declaración de guerra por parte de los Estados Unidos a España.

La explosión sorprendió al capitán de la nave, Charles Sigsbee en el momento en que se disponía a escribirle una carta a su esposa. Fue tan violenta que logra doblar como papel los grandes cañones y las chapas de acero del blindaje. Doscientos cincuenta y dos hombres murieron en los primeros instantes entre el infierno de llamas y hierros retorcidos en un concierto de detonaciones que se mantuvo por varias horas; ocho víctimas más se cobraría el estallido en los próximos días entre los heridos que eran atendidos en hospitales habaneros. Los marinos que sobrevivieron a la explosión fueron rescatados por el vapor City of Washington y el crucero español Alfonso XII.

Aunque las autoridades españolas prestaron toda la atención posible a los heridos y mostraron gran respeto hacia los que habían muerto, una furibunda campaña de prensa se desató en los Estados Unidos como preludio a la declaración de guerra y posterior desembarco de tropas norteamericanas en los alrededores de Santiago de Cuba, al oriente de la isla.

La periodista norteamericana Elise Rheiner en su artículo “La prensa amarilla y el USS Maine” se refiere a la forma en que William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, dos magnates de la prensa sensacionalista norteamericana de la época influyeron en la creación de un estado de opinión pública favorable a la intervención norteamericana en la guerra “El público estaba manipulado, y no tenía manera de saber si la narración era falaz. La época del periodismo amarillo nació por estas piezas ficticias de la prensa.”

Sucesivas investigaciones fueron realizadas a lo largo del Siglo XX, desde la efectuada por ingenieros de la Marina Norteamericana en 1911, la emprendida por el Almirante Hyman G. Rickover, que sirvió de base para su libro “Cómo fue destruido el Acorazado Maine”, hasta la efectuada en 1996 por la conocida revista Geografía Nacional. Todas han dado luz sobre la más probable causa de la explosión: un incendio en el depósito de municiones que se encontraba próximo a las calderas de carbón que suministraban energía a la nave.

En 1912 los restos del Maine fueron reflotados y remolcados mar afuera para finalmente ser hundidos. Terminaba de esta manera la historia del Maine. Lo cierto es que tras ella se escondió el oportunismo del naciente imperialismo yanqui que obtuvo el pretexto para intervenir en Cuba e impedir que se consumara el triunfo de los independentistas, poder ocupar la Isla con sus tropas y aplicar los mecanismos de dominación necesarios para establecer una república neocolonial.




















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https://www.ecured.cu/Conflicto_entre_Cuba_y_Estados_Unidos

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